Obras de relieves poli cromados de la artista visual Siamgodh, muestra de algunos de los trabajos más recientes expuestos en galerías. Saltar al contenido

Relieves pictóricos

Cada relieve está formado de fragmentos que representan el espacio relativo, que es apenas una metáfora del mundo, porque el todo es inabordable y porque solo puede pretenderse emular la realidad en que se inspira, por ser infinito – inagotable.

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Se presenta una obra lírica, vitalista y orgánica de carácter entrópico. Esta obra se nutre de la infinitud de formas que se aprecian en la naturaleza, proponiendo desarrollar el encuentro aleatorio de superficies de color fragmentadas irregularmente, las cuales interactúan entre sí en el espacio. De esta forma, se conciben y despliegan sus posibilidades de movimiento, dinamismo, soltura y texturas. Estas superficies provocan su desprendimiento del plano y la consecución de resultados imprevisibles con curvas frescas y peligrosas.

Aristóteles pensaba: Que toda estructura del organismo está subordinada a su función, es decir a sobrevivir como organismo y de este rasgo resulta otro que anuncia la subordinación de las partes al todo, ya que – las partes no pueden existir separadamente de la sustancia misma, donde cada parte debe adaptarse a la totalidad, a su fin por los que las partes del organismo deben estar subordinadas a la totalidad del organismo vivo. [Abbgnano, 1987, pp.879]

Una característica inherente a todo organismo vivo es su constante cambio, el cual le permite mantener la vida, crecer, reproducirse, repararse y adaptarse al medio. En la obra de arte en cuestión, se busca lograr esta misma capacidad de crecer, reproducirse y adaptarse a diferentes espacios, de ser y expresarse a sí misma. Las formas que la componen pueden tener diferentes actitudes, como serenas, excitadas, nerviosas o enérgicas, y poseer pulsaciones subyacentes que aportan un impulso activo al lenguaje pictórico. También presentan una complejidad de pausas, silencios, intervalos y acentos, que señalan cierta recurrencia y oleaje, proporcionando vida a la composición artística en su desenvolvimiento espacial y pictórico. Cada fragmento puede transformarse en parte de otro y, a su vez, en parte de un todo, permitiendo la interacción de elementos. Esta dinámica es una metáfora de cómo cada organismo vivo comparte el espacio y se relaciona con otros organismos, lucha, siente, sobrevive y se expresa en su entorno.

La ciencia moderna sostiene que tanto la naturaleza orgánica como la inorgánica tienden hacia un estado de orden, mientras que los estados físicos evolucionan hacia un estado de desorden. A primera vista, estos conceptos parecen contradictorios, sin embargo, al considerar que la energía no se crea ni se destruye, sino que se transforma, es factible que ambos conceptos coexistan. De hecho, ambos son necesarios para la evolución y desarrollo del universo, ya que sin cambios no hay avance ni crecimiento. (Arheim, R. 1980, pp.45)

Este fenómeno se encuentra en toda la naturaleza. En lo orgánico de las hojas, de los árboles, en su distribución, que en lo aleatorio encuentran su forma y su belleza. En lo dionisiaco que representa el frenesí, el salvajismo y la disolución.

Por ende, cada obra es apenas una metáfora del mundo, porque el todo es inabordable y porque solo puede pretenderse emular la realidad en que se inspira, por ser infinito e inagotable, donde el espacio que compartimos es simplemente una parte del todo, separado y disperso, un fragmento que encaja con otras partes de un todo superior inidentificable.

Residimos en distintos espacios: ciudades, campos, jardines, pasillos y tierras. Con el tiempo, estos espacios se han multiplicado, fragmentado y diversificado. Hay espacios de todos los tamaños y características, diseñados para diversos usos y funciones. Por esta razón, vivir es una constante transición de un espacio a otro.

 

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